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CLASES
DE HATHA YOGA DINÁMICO
SAN FERNANDO, BS. AS.

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Estabilidad, paciencia y inclusividad

    Querida Madre Tierra:

    Sos este planeta azul infinitamente hermoso, fragante y bondadoso. Tu inconmensurable paciencia y perseverancia te han convertido en un gran bodhisattva. Aunque cometamos muchos errores, vos siempre nos perdonás y, cada vez que volvemos a vos, nos recibís con los brazos abiertos dispuesta a abrazarnos.

    Cada ves que me descubro inestable, cada vez que pierdo el contacto conmigo o me sumerjo en el olvido, la tristeza, el odio o la desesperación, śé que puedo volver a vos. Basta con tocarte para encontrar un refugio, restablecer la paz y recuperar la alegría y la confianza. Nos amás, protrgés y nutrís sin discriminación.

    Tenés la extraordinaria capacidad de recibir, cuidar y trasformarlo todo, incluidos la basura, los humos tóxicos y los residuos radioactivos. Y la Historia ha demostrado que siempre lo conseguís aunque tardes, para ello un millón de años. Fuiste capaz de recuperar el equilibrio después de la devastadora colisión que creó la Luna y soportaste, al menos, cinco extinciones masivas, recuperándote de todas ellas. Tenés una capacidad extraordinaria de renovarte, transformarte y curarte, y para renovarnos, trasformarnos y curarnos también a nosotrxs, tus hijxs.

    Tengo fe en tu gran poder curativo, una fe que no se deriva de algo que me hayan contado y crea, sino de mi observación y mi experiencia. Esa es la razón por la que puedo tomar refugio en vos. Cuando camino, me siento y respiro, puedo entregarme a vos, confiar en vos plenamente y dejar que me cures. Y sé que, para ello, no debo hacer absolutamente nada. Basta con que me relaje, relaje todas mis tensiones corporales y abandone todos los miedos y preocupaciones mentales. Independientemente de que esté sentadx, caminando, tumbadx o de pie, me comprometo a tomar refugio en vos y dejarme sostener y ser curadx. Confío en vos, Madre Tierra. Todo el mundo necesita un lugar donde refugiarse, aunque quizás no sepa cómo descubrirlo ni cómo llegar a ese lugar. Mirando profundamente, vreo que mi verdadero hogar y mi verdadero refugio sos vos, querido planeta. Por ello, tomo refugio en vos, Madre Tierra. No tengo que ir a ningún otro lugar para encontrarte; vos estás en mí y yo estoy en vos.

    Por ello, tomo el compromiso, querida Madre, de encarnar, cada vez que me siente en silencio en vos, tus maravillosas cualidades de solidez, perseverancia, paciencia y tolerancia; de profundidad, resistencia y estabilidad; de coraje, falta de miedo y una creatividad inagotable. Me comprometo a entregar incondicionalmente mi corazón y mi mente a esta práctica hasta realizar estas cualidades, consciente de que vos has sembrado en mí las semillas de estas potencialidades.

    (Thich Nhat Hanh en «Un canto de amor a la Tierra»)