El verbo “soltar” aparece un montón en la literatura de autoayuda. Muchas veces es un poco tedioso encontrar ese verbo una y otra vez. ¿Soltar qué? ¿Cómo? ¿Para qué?
En la tradición budista esta idea tiene el nombre de “desapego”. El desapego es el estado en que intentamos no tener ataduras con objetos, personas pero incluye también pensamientos, creencias y emociones. Si digo “Yo soy así”, “Esto siempre me pasa”, “Creo que esto debería ser asá”, estoy apegada a esas ideas. Para poder trascenderlas, debo dejarlas ir; debo dejar de identificarme con ellas y desapegarme.
Hay una pequeña historia budista que cuenta Thich Nhat Hanh en su libro “Estás aquí” que dice así:
Un buen día, el Buda estaba sentado en el bosque con algunos monjes. Acababan de comer y, cuando estaban a punto de empezar una charla sobre el Dharma, se les acercó un pastor preguntándoles: “¿Han visto, venerables monjes, pasar por aquí a mis vacas? Tengo doce vacas y todas ellas se han escapado. Este año, además, una plaga de insectos ha devorado el par de hectáreas de sésamo que tengo plantadas. No puedo seguir viviendo así. Quisiera terminar con mi vida”. Sintiendo una gran compasión hacia ese hombre, el Buda dijo entonces: “Lo siento, amigo mío, pero no hemos visto pasar por ahí tus vacas” Y cuando el pastor se alejaba, añadió, dirigiéndose a sus monjes: “¿Saben, monjes, por qué son felices ustedes? Porque no tienen vacas que perder. Quisiera decirles, amigos míos, que si tuvieran vacas, se identificarían con ellas. Creerían que las vacas son esenciales para su felicidad pero, apenas se pongan a practicar profundamente, descubrirán que son esas mismas vacas las que los hacen infelices. El secreto de la felicidad consiste en aprender a soltar sus vacas”
Esta idea de desapego sostiene, entonces, que la felicidad proviene de la libertad. Al liberarnos de las ataduras de la identificación con nuestras vacas (pensamientos, emociones, creencias, objetos, etc) un estado de profunda felicidad y paz nos sobrevendrá
Entonces, el despego conduce a la libertad y con ella llega la felicidad. Hay una definición hermosa de “libertad” de Paramahansa Yogananda. Él dice que la libertad es la capacidad de poder actuar guiadxs por el alma. Bello, ¿no?
Por supuesto que nada de esto es sencillo, ni sucede de un momento al otro. Pero es importante entrenar con pequeños gestos nuestra capacidad de entrega y desapego. Y así, disponernos, con humildad, a actuar siempre guiadxs por nuestra alma. Libres y felices.