«Tené paciencia. Esperá que el barro se asiente y el agua se aclare. Premanecé quieto hasta que la acción correcta surja por sí sola»
.
Dicen que la quietud es el altar del alma. Cuando estamos quietos, cuando detenemos momentáneamente nuestro cuerpo físico, es posible que al principio notemos la rapidez de nuestra actividad mental
.
Si permanecemos en ese estado de quietud y llevamos el foco a nuestra respiración (la primera cosa que podés hacer es preguntarte si estás inhalando o exhalando), vamos a empezar a notar los sutiles movimientos que produce nuestro cuerpo al respirar
.
Si permanecemos quietos y observamos nuestra respiración, poco a poco, nuestra mente también se va a ir aquietando. Y, desde este reposo activo, despierto, atento, presente, podemos conectarnos con nuestro propio Ser para, luego, tomar la acción correcta
.
💜
.
Cita: «Tao Tě Ching» de Lao Tsé
Reflexión: Ogaraití Yoga